Alucinaciones febriles

AYER sufrí una fiebre que me tuvo en cama casi todo el día. Era casi incapaz de distinguir entre lo que sucedía en mi confusa cabeza y la realidad del mundo exterior. Me levanté a mediodía a tomar un poco de sopa y en ese momento Mario Draghi estaba dando explicaciones a los periodistas.

La primera impresión que me produjo es que tenía puesto un peluquín en la parte delantera de su cabellera, puesto que el pelo era en esa zona más negro que en el resto. Luego empezó a desgranar unos términos incomprensibles, repletos de siglas, una especie de lenguaje marciano.

Lo que más llamaba la atención era la soberbia y la arrogancia con la que se comportaba, como si nos estuviera explicando los arcanos de una ciencia que sólo el puede comprender. Pero lo mas impresionante era la sumisión de los periodistas ante este gran cardenal de las finanzas, que les manejaba como corderitos tras decidir qué preguntas iba a responder.

Se me ocurrió que algo muy importante falla en la política europea cuando hemos puesto en manos de un energúmeno como éste un poder que está incluso por encima del de los Estados.

No faltará quien argumente que Draghi no es un fraile franciscano sino que es el presidente de un gran banco. Eso se vuelve contra él porque la grandeza del poder es saberlo ejercer sin que se note. He conocido personas muy poderosas que me han impresionado por su cercanía y su sencillez. Draghi es un fatuo.

En una situación tan complicada como ésta, necesitamos líderes que generen confianza y no dirigentes que levitan tres palmos por encima de la realidad. Admito incluso que Draghi lo puede estar haciendo bien, pero su soberbia inspira una desconfianza insuperable.

Si Draghi hubiera sido elegido democráticamente, estas líneas estarían de sobra. Pero este hombre ha sido cooptado al cargo por Merkel y Sarkozy, que no consultaron con nadie. A mí el poder tecnocrático que no está sometido a ningún control me da miedo. Y más si se pone en manos de personas que se creen por encima del bien y el mal. La tecnocracia es siempre una forma dictatorial de ejercer el poder y suele provocar irreparables destrozos porque nadie asume responsabilidades por lo que hace. Todo lo que dice Draghi me parece un camelo, aunque seguramente ayer fui víctima de alucinaciones febriles.